lunes, 15 de agosto de 2011

Para Rebeca, de su abuela

Hoy sin saber el por qué
me he acordado de ti
pese a los años pasados
eres muy real en mí.

Todavía te recuerdo,
tan frágil, tan delicada,
tras el cristal te veía
que de ti me separaba.

La pequeña incubadora
cual capullo te guardaba
y pasados siete días
transformada en mariposa
con tus alas extendidas
hacia el cielo te elevabas.

Nos dejaste gran dolor
y un vacío irrellenable
que por más años que pasen
no dejaré de acordarme
de ti, mi pequeña niña
que en la presencia del Padre
gozas tantas bendiciones
que son inimaginables.

Allí ya no hay más dolor
ni lloro, ni enfermedades
allí te veo rodeada
de los coros celestiales
y tantos seres queridos
que se marcharon delante.

Allí te podré coger
y besarte y abrazarte
y decirte tantas cosas
que no pude decir antes.

El tiempo pasa veloz
cual rápido caminante
y pronto estaremos juntas
en la presencia del Padre.

Rebeca, que hermoso nombre
y hermoso será mirarte.

Por Rosa Heredia de Alvarez

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