jueves, 6 de octubre de 2011

"Mi Dios alumbrará mis tinieblas" (Salmo 18:28) - TROMBO - 1ª parte

Lista para irme a dormir! Mañana es domingo, y no quiero estar arrastrándome, quiero disfrutar el culto y todo el Día del Señor!

En el canal evangélico, en TV, hay un concierto de adoración que me tiene un tanto “enganchada”! (hay cosas a las que sí vale la pena “engancharse”), pero al día siguiente tengo una cita con el resto de la iglesia, para ofrecer a Dios nuestra propia ofrenda de alabanza y adoración. Por lo que apago el televisor, apago la luz, y al girarme quedo cautivada por la vista al otro lado del salón.

Miro los farolillos que cuelgan de mi balcón, teniendo como fondo las luces de la ciudad, y de repente, sin ni siquiera planteármelo ni decidirlo, todo mi ser llena de un enorme GRACIAS DIOS!!!... al darme cuenta de que puedo ver con mis ojos todas esas luces chispeantes, coloridas y serenas.




Esta noche… una preciosa y cálida noche de septiembre de 2011, con la rapidez que usa una estrella fugaz para dejarse ver, mi mente retrocede a otra noche de verano muy distinta… oscura… muy oscura. El 14 de junio de 2010. Esa noche fue tan negra, que necesité que alguien me hablara hasta que me quedé dormida.

El 13 de junio de 2010 celebrábamos nuestro 23º aniversario de boda. Fue un año duro… amargo… muy difícil… con duras pruebas. El año anterior habíamos ido unos días a París a celebrar nuestro 22º aniversario… pero este año era muy diferente.

Al caer en domingo, fuimos al culto de la mañana. Como es costumbre en nuestra iglesia, salimos al frente, dimos unas palabras, y oraron por nosotros. Estábamos felices!

Después fuimos a comer al puerto de nuestra preciosa Barcelona, a oler el Mediterráneo! (como disfrutamos vivir aquí!). Hacía mucho calor y me sentía agotada… pero feliz.




Como íbamos a comer en una terraza, llevamos a Pinky con nosotros. Pinky es nuestra perrita. Hacía poco que había estado ingresada, muy grave. Nos dijeron que probablemente no lo superaría... parecía muy improbable… Pero Dios nos la ha querido dejar un tiempo más. Los que nos conocen, saben cuánto queremos a Pinky. Después de la pérdida de Rebeca, Pinky ha sido una alegría para nosotros (entiendo que es difícil de entender si nunca has tenido una mascota) Así que podíamos estar los tres! Parecía que todas las sombras se estaban disipando, y todo empezaría a cambiar!




Pasamos la tarde de paseo, y luego fuimos a casa a dejar a Pinky, cambiarnos de ropa… y a nuestra cena romántica!
Yo no sabía dónde íbamos, Kevin había elegido el lugar y no me lo quería decir… esto es terrible para mí, que no me gusta esperar! Aparcamos el coche, y cuando estábamos a pocos metros del restaurante me dijo:

- Como este año no hemos podido ir a París, te traigo aquí.

Era un pequeño restaurante llamado “Petit Paris”… Cómo me emocioné… La verdad es que todo el día había estado “con las emociones a flor de piel, y la lágrima floja” (como suelo decir a menudo)

El sitio era precioso… muy “parisino”… y yo soy “muy parisina”!!!




Kevin me regaló una poesía muy especial… que no he sido capaz de volver a leer… Quizás hoy! Y una pulsera maravillosa, de plata, con perlas de río y granates… muy "mi estilo”… Después de 23 años de casados, me conoce más que perfectamente!




Ibamos por el segundo plato, cuando noté un deslumbramiento en el ojo derecho. Primero no le dije nada a Kevin y me fui al baño a ver si se me pasaba… pero persistía. Como en mi lado derecho de la mesa había una pequeña lamparita, pensé que la luz de la lámpara me había deslumbrado. Como no se me pasaba, se lo dije a Kevin, y ambos hablamos que sería por la lamparita.




Soy muy aprensiva e hipocondríaca. Me asusto fácilmente, y hago una montaña de un grano de arena. Así que el postre se me hizo eterno. Ya sólo quería marcharme. Estaba muy angustiada.

Un año atrás, aproximadamente, me había pasado algo similar, pero no tan fuerte, ni duró tanto. Habíamos ido al oculista, y no me vió nada. Me dijo que esto podía pasar antes o después de una migraña. Por este motivo, esta vez no fui al médico. Pensé que se trataba de lo mismo, y que con una noche de descanso, al día siguiente estaría bien.

Me acosté deslumbrada. Cuando desperté por la mañana, antes de abrir los ojos, tenía la esperanza de todo estuviera normal… pero no fue así. Seguía deslumbrada. Así que decidimos ir al oculista.

Cuando la oculista me miró, a través de una lupa y ese enorme brazo móvil metálico, dijo:

- Oh, oh

- Qué pasa? (pregunté yo)

- Tienes un trombo en la arteria principal de la retina. Dos coágulos.
No me enteraba mucho del tema…

- ¿Es grave?

- Tómate una aspirina 500, y corriendo para el hospital de Valle Hebrón. Pero directamente desde aquí!

Sentía que el suelo se movía debajo de mis pies… Algo iba realmente mal… Quería saber más…

- ¿Está en peligro mi ojo, o también mi vida?

La respuesta de la médica hizo que sintiera que me iba a desmayar…

- Algunos pacientes se han quedado en la camilla, mientras les hacían las pruebas. No sabemos de dónde viene ese trombo, ni si tienes más por el cuerpo. Así que corriendo a Valle Hebrón!

…. ¿Qué me estaba diciendo?... ¿Podría morir en cualquier momento?... Si estaba de celebración!!! (Kevin había tomado unos días libres para nuestro aniversario)… Si estaba bien el día anterior!... El día anterior veía!... Y mi vida no estaba en peligro!...

Kevin se fue rápido a traerme algo para comer, para que me pudiera tomar la aspirina. Me quedé sola en la sala de espera sin poder asimilar lo que estaba pasando.

De camino al hospital llamé a mis padres, entre llantos, como pude… ¿Y si no me daba tiempo a verlos?!... Era una pesadilla… de las peores…

Recordando toda esta vorágine de pánico… he olvidado mi ojo. Casi no veía. La visión me había quedado en un 5 %, aproximadamente… Ahora sé que eso no es nada… Además, debido a todas las hemorragias que habían dentro del ojo, el deslumbramiento era terrible… Como si mi ojo fuera una bombilla. El deslumbramiento del ojo derecho me impedía la visibilidad con el  ojo izquierdo, que estaba en perfecto estado.

Nos encontramos con mis padres en el hospital. Me sentaron en una silla de ruedas, y me llevaron rapidamente, recorriendo pasillos interminables, alejándome de ellos. La premura con la que lo hacían todo, me aterraba. Comenzaron las pruebas y los análisis. Agradecí cuando pude estar con Kevin y mis padres de nuevo, y seguir las siguientes pruebas con ellos.

Yo temblaba y lloraba, incapaz de asimilar nada. Caminaba agarrada al brazo de mi madre o de Kevin, en muchos momentos sin parar de llorar. Sólo repetía como una autómata:

- Pero si ayer veía, ayer veía!

Pasillo tras pasillo, de un lado a otro del hospital. Esperando horas interminables en una y otra sala de espera de las distintas especialidades médicas. Mucho silencio. Casi ninguno hablaba. Sé que ellos oraban sin cesar.

Las pruebas duraron varios días… y todas salieron bien. No había problema alguno ni la sangre, ni en el corazón, ni había más coágulos… Todo perfecto… Nadie sabía por qué había pasado…

Pero el diagnóstico del oftalmólogo, de hecho de 7 oftalmólogos que fueron los que me vieron en total, era claro, y siempre el mismo: Había dos coágulos en la arteria principal de la retina, y se había producido necrosis, por lo que el tejido estaba muerto. Lamentablemente, la necrosis estaba localizada casi en el centro de la visión, por lo que no recuperaría la vista. Si recuperaba algo, sería muy poquito, casi nada. El ojo había quedado en muy mal estado. Y tendría que pasar al menos un año para saber si recuperaba algo de visión.

Yo les preguntaba una y otra vez…

-¿No voy a recuperar la vista?!

… tratando de que ellos cambiaran de opinión, y me dijeran que había sido un error… que recuperaría la visión al 100 %...

Dado el estado del ojo, llamaron al jefe de oftalmología del Hospital de Valle Hebrón, (Barcelona) Fue el último oftalmólogo que habló con Kevin, con mi padre y conmigo,  quien nos dijo que no nos preocupáramos tanto por el hecho de que hubiera perdido la visión de un ojo… que nos preocupáramos más bien porque no hubieran complicaciones. Nos informó en este tipo de problema, especialmente en personas jóvenes, solía complicarse con edemas de retina y otras cosas que no entendí… La cosa podría complicarse bastante, y quizás habría que operar.

Yo estaba en shock…

La primera vez que entré en mi casa después de todo ese día de hospital… fue muy dura… Parecía tan oscura… Casi no veía a mi perrita… Ya era de noche, y dicen que en la noche todo se magnifica… la oscuridad crece. Me metí en la cama y me costaba asimilar el estado de claustrofobia que me producía esa negrura… Era como un manto oscuro que había caído sobre mí… Kevin estaba exhausto emocionalmente y físicamente, y se quedó dormido. Yo no podía ni pensar en dormir, así que telefoneé a una amiga, con quien lloré hasta que me cansé, y me quedé dormida…

La voz corrió… de mis padres a mis hermanos… de mis hermanos a los hermanos en la fe…

Hoy recuerdo con lágrimas de agradecimiento cuánto y cuántos orásteis por mí… Sólo puedo deciros GRACIAS… Un GRACIAS enorme, gigante, inmenso… Creo que Dios sonreía ante el cariño y la unidad de muchos de sus hijos pidiéndole por una de sus hermanitas herida… Y empezó el proceso de la respuesta…

Dos días después del trombo teníamos nuestros dos cultos de oración de cada martes. Primero las mujeres, luego todos juntos. Tenía que decidir entre quedarme en casa lamentándome o irme a llevar la alabanza como hago cada martes.

Hay bendición en la reunión de los hijos de Dios… y yo quería mi parte… la necesitaba con urgencia. Y necesitaba cantar más que nunca. Más que nunca necesitaba expresar lo que creía… o me tambalearía… Ya sabía de este tema…
Así que bajé las pocas escaleras que me separaban del lugar de cultos, pues estaba en casa de mis padres, y viven en el piso de arriba de la iglesia...

Casi no podía ver los acordes de la guitarra, pero llevo tantos años tocando que no necesito mirarlos… Tampoco conozco tantos!

Dicen que hay un ruiseñor en algún sitio de Oriente cuyo canto más maravilloso es cuando se clava en un espino para morir. Una parte de mí había muerto… Mi canto no fue técnicamente maravilloso… pero sí que canté con un corazón desgarrado y agonizante, con un clamor por ayuda, y un grito de victoria…

La canción ALABA A DIOS, de Danny Berrios la recordaré el resto de mi vida… Fue mi grito de victoria todas esas semanas…

En una semana ya estaba al 30 % de visión, en dos semanas estaba al 50 %, y en 3 semanas estaba al 70 %
Y esta noche he sido invitada a mirar atrás para agradecer; para dar gloria Al que me hizo ver.



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