martes, 20 de septiembre de 2011

FAGOFOBIA

A veces me pregunto porqué me es tan fácil contarle mi vida a todo el mundo... Debe ser que soy una bocazas!... O que hago terapia con vosotros!... O debo pensar que a alguien le pueda interesar!... Quién sabe el por qué!... Lo cierto es que cuando me apetece escribir, de lo que más conozco… es de mi propia vida!... Tiene su lógica, no?!.

Esta parte de mi vida comienza cuando tenía 19 años. Fue un mediodía, cuando llegué a casa del instituto, y como era costumbre en casa, veíamos el telediario después de comer.
Mientras recuerdo lo vivido, y trato de ponerle palabras, me suena hasta ridículo!, pero sólo Dios sabe lo que sufrí. ¿Cómo puede nuestra mente hacerse la dueña, hasta el punto de tortura años de nuestra vida?!.
En el telediario de esa tarde hablaban de una actriz, María Luisa Sala, que había muerto al atragantarse con un trozo de carne en un restaurante. La llevaron al hospital, pero ya no pudieron hacer nada. La noticia me dejó aterrada. Me pareció una muerte tan angustiosa, tan horrible. Que momentos tan desesperantes viviría esa pobre mujer, mientras, antagónicamente, estaba en una agradable cena en un bonito restaurante. ¿Cómo podían haber cosas tan inesperadas en la vida?... tan dramáticas!.
Pero luego lo olvidé, hasta que unos días después, cuando me senté a la mesa a comer, sentí un terrible pavor hacia la comida, imposible de explicar. Estaba aterrada. No era capaz de meter un sólo bocado de alimento sólido en mi boca. Cuando intentaba tragar algo temblaba y sudaba, mientras notaba como bajaba por mi garganta cada pequeña miga de pan. A menudo sentía que la comida se me iba por el otro lado, y me levantaba de la mesa, corriendo hacia el baño o algún rincón de la casa, mientras mi madre o mi padre venían detrás de mí para tratar de calmarme, diciéndome que no me había atragantado, que podía respirar perfectamente, que el cuerpo tenía mecanismos maravillosos para no permitir que algo así sucediera. Pero entonces, por qué le había pasado a esa pobre mujer?!. Yo tenía mis propios argumentos para asegurarles que morir atragantada era algo que podía pasar.
Me horrorizaba mucho más comer en lugares que no me eran familiares... restaurantes, otras ciudades o pueblos, cuando teníamos que viajar a algún congreso y comer con un montón de gente en un hotel, etc. Imposible comer en el campo o en algún otro lugar alejado de un hospital.

Muchas veces cuando nos invitaban a comer no podíamos ir… Cómo iba a explicar a alguien semejante ridiculez!.
Cada vez tomaba menos alimentos sólidos. Bebía leche, zumos… Y cualquier alimento que mi madre me obligaba a comer lo trituraba en la boca antes de tragarlo… Y aún así lo notaba bajar por mi garganta en lo que eran segundos de terror. No exagero.
Acabé pesando 43 Kgs. (mido 1’67 cms.). Mi aspecto era totalmente enfermizo.
Me llevaron a un hospital especializado en anorexia nerviosa. Pero yo no era la anoréxica tradicional que se ve gorda. Yo sólo no quería ahogarme!. Pero como las anoréxicas mienten mucho, los psiquiatras no me creían. Creían que era una excusa que ponía para mantenerme delgada.

Tenía que ir cada mañana al hospital, en un pueblo lejos de la ciudad, a más de una hora de camino en autobús, y sentarme con un médico que me observaba mientras desayunaba. Era tan humillante.
Y fue tan dantesco lo que llegué a ver allí. Hay tantas enfermedades y tantas tragedias de cuya existencia no somos ni siquiera conscientes.
Fueron 9 largos años. Años de miedo, lágrimas, médicos,… Y curiosamente, mientras trato de recordar los sentimientos y el pánico que viví en esos 9 interminables años, me sorprende descubrir cuánto he olvidado de aquello. Y me alegro… Me alegro que me cueste creer que esos años fueron parte de mi vida.
Los que me conocen, saben que me encanta el color rosa. Es común verme vestida de ese color. Estaba tan delgada, y vestida de ese color, que un día, en una reunión de chicas, alguien me dijo que parecía la pantera rosa. Suena gracioso, verdad?. Ahora lo pienso, y me hace gracia. Pero cómo dolió. Todas se rieron, pero nadie sabía la pesadilla que yo estaba viviendo desde hacía años. La pesadilla que estaban viviendo mis padres y Kevin.
He aprendido que hay que tener cuidado con el tipo de bromas que hacemos. No soporto el tipo de humor que humilla y ridiculiza a los demás. No sabemos lo que los demás pueden estar viviendo con ese “defecto”.
Después de distintos médicos y hospitales, un psiquiatra llegó a la conclusión de que tenía un exceso de ansiedad, y eso es un terreno abonado para una fobia. Si tratas la ansiedad, tratas la fobia. Me medicaron para la ansiedad, y la fobia desapareció. Y gracias a Dios, aún cuando me quitaron la medicación, la fobia nunca más volvió.
Hoy sólo es un recuerdo, lejano y débil. Aunque sé que ha sido una de las experiencias que han forjado parte de mi carácter. (Bueno, no sé si llamar “experiencia” a más de 9 años de una vida… quizás “etapa”).

Sé que todo lo que acontece en nuestra vida tiene un propósito, y Dios lo permitió por algo.

A veces no sé si las cosas que vivimos nos endurecen o nos sensibilizan… o hacen las dos cosas a la vez. Pero de lo que sí estoy segura es de que Dios está en control en cada etapa o experiencia que vivimos. Le duele nuestro dolor, llora nuestras lágrimas, y siempre saca algo bueno de lo malo… aunque no siempre tenemos por qué saber el "qué".

6 comentarios:

  1. Hoy, 27 años después, acabo de descubrir que este problema se llama "fagofobia", y que hay bastante gente que lo padece. Incluso he encontrado foros al respecto.

    ResponderEliminar
  2. Qué bien que te hayas decidido a escribir sobre esto. Yo he padecido etapas muy malas también de ansiedad que también dieron lugar a fobias, gracias que tenemos a un Dios que nos da completa paz y nos enseña cosas muy valiosas en estos tiempos de crisis. Hace tiempo que cada día me repito : No viviré en temor, y todo lo puedo en Cristo que me fortalece.

    ResponderEliminar
  3. Puede que Dios permita pruebas algunas veces en nuestra vida... como ese horno del alfarero... Pero de una cosa estoy segura... El temor no viene de Dios... y la ansiedad tampoco... Dios mismo nos invita a echar nuestra ansiedad sobre El, porque El tiene cuidado de nosotros... Y Su paz es nuestro legado!

    ResponderEliminar
  4. Hola, sucede que estoy viviendo ese problema de tener miedo a comer por temor a atragantarse. Me había pasado hace unos 5 meses y me duró como 2 o 3 semanas en las cuales adelgacé muchísimo. Se me quitó solito y volví a comer con mucha naturalidad. Ahora me ha vuelto. Llevo 3 días asi, y me da muchísima hambre, quisiera comerme todo a la hora de la comida, pero a lo más llego a la tercera parte del plato. Sigo intentando, puesto que tengo que viajar a otra ciudad con frecuencia y me es muy cansado y ocupo energías. Me gustaría platicar con gente que tenga este problema y me cuente como lo solucionó.... Decidí ir a la psicóloga pero me agendaron cita hasta la próxima semana y no sé que tanto aguante hasta entonces, comienzo a sentirme débil...

    ResponderEliminar
  5. Hola , yo padezco de eso actualmente y me gustaría hablar contigo sobre como lo solucionaste y sobre el proceso , podríamos hablar por correo? mi correo es rachelby44@hotmail.com

    ResponderEliminar
  6. Hola, me podría decir el nombre del medicamento que le mando su psiquiatra, se lo agradecería.

    ResponderEliminar