miércoles, 28 de agosto de 2013

ALBERTO

Estaba sentada en la parada del autobús. Eran aproximadamente las 15 h. Esta tarde tenía que predicar en el culto de mujeres, así que decidí bajar temprano para acabar de prepararme allí. A mí lado había sentado un hombre que rondaría los 55 años. Se estaba preparando un cigarrillo, y me preguntó si me molestaba el humo. Le dije que no importaba, que estábamos en la calle y casi no lo notaría. Me volvió a preguntar si me molestaba. Le dije que sí, que no me gustaba el humo, pero que lo podría aguantar, que no se preocupara, al fin y al cabo yo ya iba a coger el autobús. El hombre insistía en que no quería molestar a nadie. Empecé a percibir su soledad, y la necesidad que tenía de hablar con alguien.

- De todos modos, fumar no es bueno para su salud - le dije.

- Uf! Fumo 3 cajetillas diarias!

- Pues no debería hacerlo :(

- Fumar no hace ningún daño! Un amigo mío no ha fumado en su vida, y le que  hacer un trasplante de corazón!!!

- Bueno... La vida es así... La gente enferma... Pero...

Y así se entabló una conversación en la que el hombre comenzó a contarme su triste historia... Estaba tan roto... Tan herido... Se le llenaban los ojos de lágrimas... Y yo... que siempre digo que hay que predicar el Evangelio de la esperanza a un mundo perdido, estaba allí, paralizada, sin ser capaz de decir ni una sola palabra... Podía decirle que Dios le amaba!!! Que no llorara!! Que había esperanza para los corazones rotos, para los cuerpos enfermos, para las familias deshechas!!! Que Jesús había venido a traer libertad a los cautivos, a predicar buenas noticias a los abatidos, a vendar a los quebrantados de corazón!!! (Isaías 61.1)... Pero sólo podía pensar "no va a servir de nada", "no me va a creer", "le va a sonar a chino",... Y no era capaz de articular palabra...
Revolví mi desordenado bolso ( :S ), mientras él hablaba, para ver si encontraba algún folleto para darle. Eso sería fácil! Allí venía todo explicado perfectamente, y yo no tendría que "esforzarme para nada" ( :(  ) Llevo folletos en algunos bolsos, pero no llevaba ninguno en ese. Vi el autobús acercarse, y mi oportunidad de presentarle a un enfermo del alma el Médico Divino se acababa... Le extendí la mano, y le dije:

- Encantada de conocerte. Que Dios te bendiga.

Subí al autobús con mi enorme Biblia (porque es de letra extra grande), mis papeles con el bosquejo, mi bolso sin folletos colgado al hombro... y una gran tristeza en el alma...

Alberto se quedó allí (supe que se llamaba Alberto porque el conductor del autobús lo saludó desde su puesto al volante)... con su cigarrillo, sus ojos llenos de lágrimas y uno de los rostros con más dolor que jamás haya visto. Era como ver despeñarse a alguien cuando tú tienes una cuerda bien gruesa para que se sujete y no caiga...

Lloré todo el recorrido del autobús hasta la iglesia... Y oré... Oré pidiéndole perdón a Dios por mi cobardía, y rogándole que pusiera en el camino de Alberto a alguien valiente que le hablara sobre Jesús "el camino, la verdad y la vida"... Oré, clamando por bendición sobre su vida, sanidad para las heridas de su alma tan destrozada... Y me fui al culto de oración de mujeres... para orar por los necesitados, enfermos, heridos, perdidos... Que irónico, no?!... Y cuando Dios pone uno en mi camino no hago nada...

Por favor, no sigáis mi ejemplo... Hay tanta gente rota y necesitada... Ellos no saben... no han experimentado a Dios!!!... pero nosotros, sí!!!... y debemos explicarles lo que es vivir a Su lado... Sentir su amor... Depender de Él para todo... Vivir sus milagros...

Ojalá vuelva a encontrar a Alberto por el barrio, y pueda explicarle!... Y si no es así, tengo la esperanza de que quizás lo encuentres tú...



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