miércoles, 30 de noviembre de 2011

Lo que realmente importa

Como ya me definí en el perfil, soy crispantemente perfeccionista, enfermizamente perfeccionista, diría yo!
Por ejemplo, si veo una pieza de ropa que me gusta y me la quiero comprar, sólo lo hago si sólo hay una de mi talla... Si hay 4 piezas iguales de la misma talla... paso!!! Tengo que encontrar la pieza perfecta entre esas 4... y eso me desespera... Prefiero no comprarla! Definitivamente!

Suena a locura, no?... Supongo que muy cuerda no estoy, no! :S  Pero ya lo tengo asumido... y Kevin también :D

Es una pesadilla! Lo peor es que me limito a mí misma para hacer cosas que son especiales e importantes...

Por ejemplo! Rara vez invito gente a casa! Para que invitemos a alguien, todo debe estar perfecto. Y cuando digo perfecto quiero decir PERFECTO!!! Incluída casa, menú, decoración, ambiente musical, etc, etc, etc... No me relajo!... Es agotador!... Totalmente falto de naturalidad y sencillez... Y, antagonicamente, si algo soy... es natural! Por lo que esto me supone una lucha interior agotadora... Solución: No invitar a nadie :(

Y el otro día aprendí tanto :)  Y disfruté tanto :)

Una hermana mayor de la iglesia se ha mudado de un gran piso en un barrio muy céntrico y popular de Barcelona, a un pequeño pisito en un barrio menos céntrico y menos popular. Lo cual ha sido bastante traumático para ella...

Sus hijos se han ocupado de las reformas, la limpieza y la decoración. Ella está tan orgullosa. Y nos invitó a comer para que viéramos su nuevo hogar.

Hermoso. Cálido y acogedor. Un lugar apacible y lleno de cariño.

La mesa estaba puesta de una manera humilde. La comida fue sencilla y casera. No es que no nos dió lo mejor... LO HIZO!!!... Nos dió lo mejor dentro de sus posibilidades... PERO NOS LO DIO!!!

Ella no dejó de invitarnos porque las servilletas no eran exactamente igual que el mantel, porque los platos no hacían juego con los vasos y con la mantelería, o porque no tenía las posibilidades para preparar un menú digno de Ferrán Adrià!

Ella nos dió lo que tenía... Y una sobredosis de cariño y hospitalidad...

Compartimos un tiempo maravilloso de charlas, risas y confidencias... Lo que sólo se comparte en familia... en un hogar... Porque allí es donde nos hizo sentir... como en nuestro hogar...

Y es que a veces pierdo el norte... dándole importancia a cosas, que sin ser malas, no son lo mejor que puedes ofrecer... ni lo más importante...

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